Entrando en Descontado Se siente como entrar en una tienda de comestibles olvidada en una ciudad en dificultades. Heredas las llaves de una tía dura e inmediatamente te sumerges en la rutina de administrar estantes, mantener limpios los pisos, llamar a los clientes y perseguir márgenes de ganancia reducidos. Al principio, parece el típico simulador de vida acogedor, pero debajo de la superficie, está lleno de determinación y tensión económica en lugar de una escapada idílica al campo.
El estilo artístico es una de las mayores fortalezas de Descontado. Su trabajo de píxeles tiene una hermosa textura, apoyándose en una paleta desaturada y de mal humor que equilibra el encanto con la decadencia. Los letreros desgastados, los carteles descascarados y las calles abarrotadas no sólo llenan el espacio; marcan el tono y la atmósfera. Combine esto con sonidos ambientales discretos, desde pitidos de registro hasta conversaciones ahogadas de la ciudad, y obtendrá un mundo en el que se siente verdaderamente vivido.
En esencia, el juego celebra “el trabajo duro como un juego”. Almacenar estantes, escanear códigos de barras, limpiar y organizar requiere su atención, y el lento desbloqueo de herramientas, como escáneres de mano o estanterías nuevas, le da a la rutina una progresión satisfactoria. Ver crecer su tienda desde un lúgubre mercado de esquina hasta convertirse en un alimento básico local es gratificante, y el circuito nunca olvida recordarle que cada victoria cuesta energía.
La narrativa es más impactante de lo que esperaba. Descontado no endulza el crecimiento empresarial; destaca cómo la ambición se extiende a lo largo de la vida comunitaria. Algunas historias exploran el choque entre la tradición familiar y la creciente corporativización. La gente del pueblo reacciona, a veces con calidez, a veces con resentimiento, y la escritura captura ese tira y afloja con una sorprendente resonancia emocional. Le pregunta, de manera sutil, si el éxito vale los compromisos.
Sin embargo, Descontado tiene sus frustraciones. Los controles pueden parecer complicados, especialmente con un controlador. Las interacciones a veces no dan en el blanco si demasiados objetos o personajes se superponen en un mosaico. Es el tipo de pequeña fricción que se acumula cuando estás inmerso en un turno largo, haciendo que lo que debería ser una rutina parezca torpe.

El verdadero problema es que estas peculiaridades del control no son sólo molestias, sino que ocasionalmente entran en territorio innovador. Imagínate intentar seleccionar una opción de diálogo, sólo para que el juego siga mostrándote la opción equivocada. Cuando hay un cronómetro en el juego corriendo y amenazando con cerrar tu tienda por ese día, esos errores no solo son irritantes, sino que bloquean activamente tu progreso y aumentan la frustración. En momentos como estos, la presión que debería resultar gratificante parece injusta, lo que convierte el juego de gestión estricta en un trabajo duro.
El ritmo es otro punto débil. Hay tramos en los que el juego se ralentiza, lo que te deja poco que hacer fuera del trabajo diario en la tienda. Al principio, el ritmo se siente tenso, pero a medida que se acumulan las horas, esas pausas comienzan a socavar el impulso. Algunos capítulos tardíos del juego incluso se sienten un poco menos pulidos, como si la narrativa perdiera fuerza en comparación con la fuerte apertura.

Dicho esto, todavía hay un encanto innegable en ver crecer tu tienda y ver cómo reacciona la ciudad a tus elecciones. Incluso en sus momentos más tranquilos o torpes, el juego construye una personalidad que hace que sea difícil dejarlo de lado. El mundo se siente auténtico, el trabajo se siente tangible y las consecuencias de tus decisiones perduran. Al final, Descontado No es perfecto, pero es una simulación convincente y sincera. Si te gustan los juegos de gestión que combinan la rutina diaria con temas sociales más intensos, vale la pena dedicarle tiempo. Es acogedor en sus ritmos, agudo en sus comentarios y, aunque imperfecto, deja una impresión duradera.
Esta revisión se basa en una copia comercial del juego proporcionada por el editor.
Descontado
- Estilo de arte 8/10
- Progresión del juego 7/10
- Narrativo 7/10
- Controles 6/10
7/10
Descontado es un simulador de supermercado acogedor pero valiente con un magnífico arte de píxeles, un ciclo de gestión gratificante y una narrativa reflexiva, pero los controles torpes y las caídas de ritmo pueden hacerlo frustrante, especialmente cuando las decisiones inoportunas chocan con el cronómetro del juego. Imperfecto pero memorable, combina encanto con desafío.