por Jeannie Mecorney
La semana pasada, tuve la oportunidad de hablar en la Conferencia de California de Defensores Nacionales de las Enfermedades Mentales (NAMI) en Sacramento. Como enlace de medicina gráfica y salud mental, mi objetivo era presentar a los asistentes el mundo de la medicina gráfica e invitarlos a “dibujar sus propias historias” (el título de mi presentación) mediante la creación de revistas personales sobre sus trayectorias en materia de salud mental.
Comencé compartiendo mi propia historia de trauma infantil, creciendo con un padre abusivo al que también le diagnosticaron esquizofrenia paranoide. A partir de ahí, introduje el concepto de medicina gráfica: la intersección entre los cómics y el discurso de la atención médica, donde las narrativas personales y la narración visual se combinan para explorar experiencias de enfermedad, cuidado y curación.
Algunos asistentes estaban familiarizados con las novelas gráficas pero no habían encontrado antes el término medicina gráfica. Les mostré varios ejemplos de memorias gráficas y trabajos presentados aquí en el sitio web de Medicina Gráfica. Si bien algunos asintieron en señal de reconocimiento, la mayoría se encontraba con estas ideas por primera vez. Al principio fue difícil saber si se estaban conectando con el material a nivel personal, pero pude ver cómo crecía la curiosidad.

A continuación, compartí algunas revistas, algunas mías y otras hechas por otros, y luego demostré cómo doblar una revista de ocho páginas a partir de una sola hoja de papel. En una mesa cercana había colocado una resma de papel, cientos de crayones, bolígrafos de colores y un puñado de tijeras. Luego les ofrecí una sugerencia creativa inspirada en Marc Maron:“El monstruo que creé para protegerme cuando era niño es difícil de controlar”.
Invité a todos a crear su propia revista en respuesta. Esperaba que sólo unos pocos aceptaran el desafío, pero para mi feliz sorpresa, todo el grupo se quedó para dibujar sus historias. Muchos vinieron después para compartir conmigo sus creaciones y reflexiones.

Ese momento reafirmó por qué es importante la medicina gráfica. Comunicar nuestras historias visualmente (a través de historias dibujadas, cómics y revistas) puede ayudarnos a procesar experiencias, desestigmatizar las enfermedades mentales y recuperar nuestras voces. Todos somos artistas de corazón. Todos lo supimos alguna vez, hasta que nuestros padres dejaron de poner nuestros dibujos en el frigorífico. Pero podemos redescubrir esa parte creativa de nosotros mismos y, al hacerlo, encontrar la curación.